¿Cómo nos informábamos antes de que existiera google? ¿Qué
fue de los diccionarios enciclopédicos que nos compraban nuestros padres cuando
empezábamos el bachillerato?
Entonces no teníamos problemas a la hora de buscar datos históricos
o información sobre animales, vegetales o minerales. Otra cosa era que dichos
diccionarios tardaban años en actualizarse, con lo que cuando un país invadía
a otro o por el motivo que fuese cambiaban las fronteras la información quedaba obsoleta.
En la era de Internet, la información es instantánea, todo
el mundo tiene acceso a la información y a crear dicha información, esto no
quiere decir que toda la información sea buena o sea la correcta o no sea
interesada, aquí es cuando empieza el problema.
¿Cómo saber si la información que estoy utilizando es buena?
¿Cómo escoger la más adecuada de las miles de webs que tratan la misma
información? a este exceso de
información que nos encontramos en la red Alfonso Cornella lo llamo “infoxicación”,
esta sobrecarga de información es imposible de abarcar y sobre todo de
gestionar. De ahí que si queremos abarcar demasiadas cosas la mente humana tendrá
que hacer un sobreesfuerzo.
El profesor de la universidad de Nueva York, Clay Shirky dice
que “El problema no es la sobre carga de información, es que el filtro no
funciona”.
En esta era donde el exceso de información es tan grande,
debemos tener claro cuál es la información que realmente necesitamos, de la que no podemos prescindir, es decir la información crítica.
Información fatal es aquella que no nos interesa en
absoluto.
Información interesante es aquella cualquier momento puede interesarnos y es
realmente útil.
El objetivo a conseguir es tener un filtro personal de
información y que a la información a la que accedemos cada día la deberíamos dividir
en tres partes.
Debemos preguntarnos:
¿De qué me interesa estar informado?
¿Dónde lo busco?
¿Cómo lo busco?
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